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ALEMANES QUE FORJARON LA HISTORIA DE AQUELLA ARGENTINA GRANDE.



Josep Heinrich Theodor Rauch (José Enrique Teodoro Rauch) nace en Bissinger, Bavaria (Alemania) en los años 1845 o 1846. Se cría en Donauwörth,a pocos kms. de allí y realiza sus estudios universitarios como ingeniero civil en la Universidad de Munich. Arriba a la Argentina en 1874 contratado por el gobierno de Nicolás Avellaneda (8.° Presidente de la Nación Argentina 12 de octubre de 187412 de octubre de 1880), como ingeniero asesor en materia ferroviaria, para proyectar la traza vial del Ferrocarril Central Andino, entre la ciudad de Salta y la localidad costera de Antofagasta ambas en territorio argentino en 1870, aunque en disputa con Chile y Bolivia. También se le encargó la traza entre Salta y Oruro, Bolivia, y entre la primera y Cafayate.
La primera traza en su parte argentina y hasta el paso de Socompa, 50 después iba a denominarse ramal C14 o el “Tren de las Nubes”, construido por un equipo liderado inicialmente por el ing. estadounidense de origen alemán Maury, quien comenzó los trabajos en 1921, finalizándose el tramo Salta Socompa en 1948. La traza original fue desarrollada por el trabajo de campo de Rauch realizado entre 1882 y 1884, y el paso cordillerano lo ubicó en Huaytikina, luego modificado a Socompa para empalmarlo con la traza que ejecutó Chile, al quedarse con el dominio de esa zona costera de la Puna de Atacama.
La Puna de Atacama es una altiplanicie andina de casi 4.000 metros de altura y alrededor de 80.000 kilómetros cuadrados, surcada por cordones de poca elevación, que corren de sur a norte y de este a oeste. Por cierto, esta particular configuración geográfica de la Puna, diferente a la de la zona litigiosa de la frontera sur, invitó a agrias discusiones sobre demarcación entre los peritos argentino y chileno, dado que no existen en esta zona ni líneas de altas cumbres ni divisorias de aguas.
El área había permanecido bajo ocupación de Bolivia hasta la guerra del Pacífico. Durante dicho conflicto, Chile invadió Atacama convirtiéndola en provincia propia, y ésta fue anexada al territorio chileno a raíz del tratado de Tregua del 4 de abril de 1884.
Pero, si bien por este tratado Chile obtuvo de Bolivia la cesión del desierto de Atacama hasta los 24o, las autoridades chilenas se apropiaron de la parte situada entre los 23o y 24o por medio de la intervención militar, y además ocuparon la extremidad norte de la región hasta el río Loa. Por otro lado, en ese año de 1884, el gobierno chileno aprovechó el estallido de cólera en las provincias del norte argentino, para avanzar en las mismas bajo la excusa de establecer un cordón sanitario. Incluso las tropas trasandinas intentaron reemplazar autoridades locales salteñas por chilenas. Apenas se celebró el tratado de Tregua, en abril de 1884, entre los gobiernos de Chile y Bolivia, el canciller argentino, Francisco J. Ortiz (octubre de 1883 a octubre de 1886), notificado por el gobernador de Salta, el Cnel. Juan Solá de Chavarria y Moldes, (1883 – 1886) de la penetración chilena en la Puna argentina, exigió explicaciones sobre el alcance del tratado, argumentando que la zona incorporada por el gobierno chileno incluía la ocupación de Antofagasta, que pertenecía a la República Argentina.

Sin embargo, el ministro argentino en Chile, José Evaristo Uriburu, sostuvo que no era conveniente pedir explicaciones al gobierno chileno respecto de su incursión por la Puna. En opinión del diplomático argentino, en realidad no se había producido la ocupación chilena, a pesar de que el gobernador de Salta sostenía exactamente lo contrario. Lo que en Chile se conocía con el nombre de Antofagasta era, en realidad, la región marítima antiguamente conocida como Cobija. Según el testimonio de Zeballos, el canciller Ortiz aceptó las apreciaciones geográficas de Uriburu, y la reclamación de Antofagasta no se hizo, con lo cual Chile quedó instalado en territorio argentino. (ESCUDE, Carlos, CISNEROS, Andrés y colaboradores; “Historia general de las Relaciones Exteriores de la República Argentina (1806/1989)” – Tomo VII; Bs. As.; EL; 1998/2000).
El Ing. Rauch trabajó estrechamente en materia ferroviaria con el Gobernador salteño Cnel. Juan Solá, quien era un firme impulsor del desarrollo ferroviario andino que conectara el puerto de Buenos Aires con otros en el Pacífico, en sintonía con el entonces presidente Nicolás Avellaneda, quien dijo en oportunidad de la llegada de los rieles del Central Norte Argentino a Tucumán, que "el primero y grande esfuerzo está realizado, la locomotora se encuentra al pie de los Andes". Esta política de Estado fue precedida por Bartolomé Mitre (1862-1873), y continuada por Domingo F. Sarmiento (1873-1875). Mitré afirmó en oportunidad de iniciarse los trabajos del Ferrocarril Central Argentino que iba a Córdoba- que "irá el ferrocarril y trepará la Cordillera de los Andes por el Norte Argentino, para ser más tarde, el Ferrocarril Americano".
Contratado en Europa por Avellaneda para realizar estos proyectos ferroviarios que permitieran desarrollar una conexión física entre el Atlántico y el Pacífico, en el marco de fuertes intereses geopolíticos entre Chile y Argentina, cuando todavía la Puna de Atacama era considerada y reclamada por la Argentina como propia hasta la línea costera, el ing. Rauch al realizar la tarea de campo proyectó dos trazas posibles para atravesar los Andes y ganar la Puna: Una para unir Salta con Oruro en Bolivia, a través de la quebrada de Humahuaca (hoy el ramal C) y la otra para unir Salta con la hoy Antofagasta a través de la quebrada del Toro (hoy el ramal C14).
Para desarrollar estos proyectos ferroviarios, el Ing. Rauch descartó la utilización de cremalleras para superar las elevadas pendientes, utilizando su experiencia previa en las trazas ejecutadas incipientemente en Europa, mediante un sistema de zigzag en vías muertas, rulos y numerosos viaductos, puentes y túneles. Estos planos y documentación de las trazas fueron luego utilizados 21 años mas tarde para construir el tramo Salta hasta la estación Olacapato. Desde allí hasta Socompa la traza fue diseñada por los Ings. Maury y Alurralde, debido a que desde la localidad Augusta Victoria los chilenos estaban sustancialmente más cerca del paso de Socompa y tenían menos problemas de subidas. Ello implicó realizar una traza extra de 270 kilómetros, en comparación con la original diseñada por Rauch a través del paso de Huaytikina.
Los estudios y proyectos del Ing. Enrique Teodoro Rauch quedaron archivados en 1885, debido a la actitud asumida por el canciller argentino, en contra del pedido del Gobernador Sola.
Para el embajador Uriburu en Chile, y finalmente para el canciller Ortiz, la coyuntura no pareció demasiado oportuna para el estallido de un conflicto armado entre los gobiernos argentino y chileno. Mientras el primero estaba en relaciones tensas con las autoridades de Río de Janeiro, el segundo era vencedor de la guerra del Pacífico en detrimento de Perú y Bolivia. Ante esta complicada situación, Ortiz optó por el bajo perfil respecto del tema, y se conformó con las explicaciones otorgadas por el ministro de Chile en Buenos Aires. (ESCUDE, Carlos, CISNEROS, Andrés y colaboradores; ob. cit.)
No obstante el bajo perfil adoptado por la cancillería argentina, respecto del tratado de Tregua firmado por los gobiernos de Chile y Bolivia (que negaban a la Argentina la zona costera de Antofagasta), la actitud expansionista chilena, que había ocupado una porción de la Puna de Atacama que las autoridades de Buenos Aires reclamaban como propia, polarizó a la opinión pública argentina. Una facción de los hombres de gobierno argentino, la de los llamados "internacionalistas", percibió a Chile como un país agresor al que había que detener incluso recurriendo a la guerra. Esta facción estuvo integrada por Roque Sáenz Peña -quien, como se dijo, sirvió en el ejército peruano durante la guerra del Pacífico-, Indalecio Gómez, Carlos Rodríguez Larreta y Estanislao Zeballos. Frente a los "internacionalistas" o "belicistas", otra facción de los círculos oficiales argentinos, formada por Bartolomé Mitre, Carlos Pellegrini, el entonces vicepresidente Quirno Costa, y otros sectores vinculados a la economía de exportación e importación, planteó la opción bélica respecto de Chile como un escándalo que podía retardar el progreso económico argentino y afectar su lucrativo comercio exterior. (ESCUDE, Carlos, CISNEROS, Andrés y colaboradores; Ob. cit.).-

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